Soñar, como cada sexenio

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RICARDO RAVELO

Con el contundente triunfo de Andrés Manuel López Obrador, ha iniciado una nueva etapa para México. La esperanza, como ocurre cada seis años, vuelve a posicionarse entre la sociedad agraviada y entre los hombres pudientes que no tuvieron cabida durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto. Se abren, sin duda, nuevos caminos y oportunidades. Se vale soñar, suele decirse, pero con los ojos bien abiertos.

Como en los tiempos de la bonanza priista –aquellos gobiernos que ganaban de manera arrolladora y ejercían el poder absoluto en el país –López Obrador ahora revive aquellos sexenios en que el Presidente de la República gobernaba con mayoría en el Congreso, lo que permitía impulsar las grandes reformas que –se decía entonces –eran la panacea para los problemas de México.

Pero el poder absoluto, se asegura, corrompe absolutamente. En ninguna etapa de la historia ni en ningún lugar del mundo el ejercicio del poder absoluto ha impedido que quien lo ejerce se corrompa. Nadie lo soporta. De ahí que sea necesario, indispensable, que López Obrador gobierne bajo estricta observación, que la prensa nacional e internacional permanentemente lo cuestione y lo critique cuando cometa errores porque sin duda los cometerá. El ejercicio del poder no está vacunado contra los errores, fallas y excesos. Se necesita una sociedad exigente y una prensa libre, muy libre en su ejercicio porque a ningún Gobierno le sirve una prensa
sumisa y servil.

López Obrador tiene una agenda enorme por desahogar. Uno de sus objetivos centrales, dijo él, es pacificar al país, devolverle la tranquilidad y en distintos momentos de su campaña aseguró que lograría ese objetivo en tres años, a lo mucho.

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