Expediente Político
Por.- Alfredo Calva
Mencionamos en la entrega anterior, el genoma arcaico y autoritario del priísmo con el cual fue parido políticamente Andrés Manuel López Obrador, mejor conocido por todos, como el Peje, salió a relucir a plenitud, durante 18 años solo mostró pinceladas de ello, a raíz del triunfo obtenido en las urnas el pasado primero de Julio, lo ha llevado a realizar a través de una actividad política post electoral acelerada, la integración de las estructuras de poder y control de lo que será su monarquía los próximos seis años.
Para un personaje emanado del más rancio priísmo como lo es el famoso Peje, el control político y financiero no se comparten ni se delegan, y para ello, debe integrar y poner en operación estructuras que le permitan ejercer esa autoridad monárquica y vertical que hizo famosa el PRI de los años sesentas y setentas, sin contrapesos ni cortapisas, ese, en el que solo se escuchaba y se obedecía una sola voz, la del presidente en turno.
Es fundamental para ello contar con los mecanismos que le garanticen tener el mando y control absoluto del gobierno, el primero de ellos señalamos, la designación de los coordinadores de desarrollo social que implantará en cada una de las entidades federativas y la ciudad de México, lo que ha reserva de conocer oficialmente las facultades y alcances de estas figuras, se vislumbra en estas designaciones la soterrada injerencia en la autonomía y control político en los estados y la ciudad de México.
Y, para mantener ese poder político y tener la fuerza coercitiva de su gobierno ante cualquier entidad, ha dado a conocer el diseño, integración y operación de una súper secretaria cuyo nombre aún no ha definido, pero que de entrada, si es de llamar poderosamente la atención y preocupación de todos los sectores sociales del país, ya que en ella piensa el Peje aglutinar a varias dependencias dedicadas al combate de la criminalidad y de protección civil, cuyo administrador, que no jefe, será Alfonso Durazo.
El Peje sacará de la Secretaria de Gobernación las áreas de la policía federal, que estólidamente el peñismo integró a esa dependencia, el sistema de inteligencia civil, el CISEN, y lo relacionado a todo lo de protección civil. De la Secretaria de Hacienda, retirará la dependencia responsable actualmente y creada en el 2004, la Unidad de Inteligencia Financiera y que es coadyuvante de la PGR en la prevención y combate a los delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita, en especial, a los cárteles de la droga y contra el terrorismo.
Bajo el argumento de sus promesas de campaña, el Peje aglutina la fuerza civil del gobierno federal en un solo ente, argumentando su prioridad de brindar paz y seguridad a los ciudadanos y a la par, la desaparición del CISEN (en teoría), por ser el ente que era utilizado por los gobernantes en turno para espiar a sus enemigos políticos, pero que en la realidad estará operando en la nueva súper secretaria.
En suma, el Peje está construyendo y estructurando los organismos y estructuras que son el ideal de todo gobernante, que no el de una democracia ideal, la que le permitirá el manipuleo y control político en las entidades estatales y sus municipios, a través de sus vicepresidentitos, y con la con la creación y puesta en operación de la súper secretaria, obtendrá fuerza, inteligencia, contra inteligencia policiaca y financiera, bajo su mando único, cuyas instrucciones y operaciones dictará a través de Alfonso Durazo.
Cierto es, que no se han hecho los cambios que se requieren a la ley orgánica del gobierno federal, para establecer las figuras de las coordinaciones y de la propia súper secretaria, sin embargo, el comportamiento autoritario e intransigente que durante años ha mostrado y demostrado López Obrador, hacen presuponer que ambas figuras a las que obviamente se adicionaran las fuerzas militares y la PGR, quienes se convertirán en los brazos políticos y punitivos del presidente electo.
El tiempo nos lo determinará .
Y mientras tanto….
Al aún gobernador de Baja California, Francisco Vega de Lamadrid, le embona a la perfección el refrán popular “Disculpa no pedida, culpa manifiesta».