José Ángel Inzunza Mendoza
TIJUANA.- “Prefiero morir, que dar marcha atrás”, es la frase de cientos de migrantes hondureños que ya rompieron la primera cerca migratoria al cruce para territorio mexicano, con la idea central de ir a Estados Unidos, o quedarse a trabajar en México.
El Presidente Enrique Peña Nieto dio la instrucción de reforzar la frontera de Guatemala con México con elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, militares y policías federales que le impiden a los migrantes, principalmente originarios de Honduras, el cruce a la cerca que se ubica al extremo del puente que cruza el Río Grijalva y es el límite oficial con nuestro país.
Ante la opción que les ofrecen las autoridades migratorias y militares mexicanos de cruzar con orden y de grupos pequeños o de máximo de 50 en 50, los migrantes se oponen porque temen que sea una estrategia para después irlos deportando paulatina y progresivamente.
Algunos, ya desesperados, se han tirado al cauce del Río Suchiate, en momentos en que la corriente no parece “correr” muy fuerte, y algunos incluso son auxiliados por otros hombres (al parecer, mexicanos), que cruzan por el río en balsas construidas con cámaras de aire de llantas de tractor. La idea de ellos es cruzar por el monte al territorio mexicano.
El puente para cruzar a territorio mexicano está abarrotado por migrantes, de extremo a extremo, que al ser unos 3 mil, y algunos hablan de hasta 4 mil, ya rompieron las primeras vallas metálicas previas al puente, pese a que militares tuvieron que usar la fuerza y aventarles bombas lacrimógenas.
Los hondureños se manifiestan desesperados y dispuestos hasta a morir en el intento por cruzar a México, porque dicen que en su país no hay empleo, y se mueren de hambre, además de que el gobierno de Honduras es dictatorial y represivo para con sus ciudadanos.
Pese a la orden de no utilizar la fuerza, advierten que están obedeciendo la orden del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de cerrar las fronteras, a cualquier precio.
De hecho, el Presidente Trump advirtió que, en lo que toca a su territorio, Estados Unidos, no permitirá la entrada de ningún migrante de esa y otras caravanas, aunque tenga que militarizar toda su frontera.
Por su parte, el gobierno mexicano sostiene que estarán permitiendo la entrada solamente a quienes tengan documentos migratorios, y analizar sus casos uno por uno en bloques de 50, y a quienes no cumplan los requisitos para ingresar a territorio mexicano por esos medios, les darían la opción de asilo político, en caso de cumplir con otros requisitos, que les llevaría de 45 a 90 días de trámites.
En cualquiera de los casos hay desesperación, debido a las burocracias mexicanas, y que no se ve capacidad de albergue para los más de 4 mil migrantes.
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