Los antiinflamatorios no esteroideos son adecuados para el dolor después del parto en la hipertensión gestacional
Dr. J. Riveros, urgenciologo UNAM.
@riverosmd
La utilización de antiinflamatorios no esteroideos para aliviar el dolor después del parto no incrementa la presión arterial en mujeres con trastornos hipertensivos del embarazo, indican los resultados de un estudio retrospectivo de cohortes.[1]
El estudio, dirigido por la Dra. Hannah B. Anastasio, de la Division of Maternal-Fetal Medicine, Sidney Kimmel Medical College, Thomas Jefferson University, en Pensilvania, Estados Unidos, fue publicado en el número de diciembre de Obstetrics & Gynecology.
El análisis de 276 mujeres con trastornos hipertensivos del embarazo, que afectan a cerca de 10% de mujeres gestantes, demostró que la utilización de antiinflamatorios no esteroideos en el puerperio no se relacionaba con un cambio significativo en la presión arterial media, en comparación con ninguna administración de antiinflamatorios no esteroideos (20,7 mm Hg frente a 21,8 mm Hg; diferencia media: 1,10 mm Hg).
Tampoco hubo ninguna diferencia en la necesidad de comenzar o aumentar la dosis de antihipertensivo o de rehospitalizar a nuevas madres por trastorno hipertensivo.
Por tanto, los hallazgos cuestionan las recomendaciones actuales para evitar el uso de antiinflamatorios no esteroideos en mujeres con trastornos hipertensivos del embarazo, indican los autores.
Cuestiona la guía del American College of Obstetricians and Gynecologists 2013 para evitar el uso de antiinflamatorios no esteroideos
Los autores señalan que los trastornos gestacionales del embarazo comprenden hipertensión gestacional, preeclampsia, eclampsia, hemólisis, incremento de las enzimas hepáticas, síndrome de plaquetopenia, hipertensión crónica y preeclampsia superpuesta.
«Nuestros datos indican que la administración de antiinflamatorios no esteroideos en el periodo posparto a mujeres con trastornos hipertensivos del embarazo no se relaciona con agravamiento de la hipertensión y puede asociarse a menos uso de analgésicos opioides durante la evolución del puerperio en pacientes hospitalizadas», escriben.
La Dra. Anastasio y sus colaboradores puntualizan que en el año 2013 el American College of Obstetiricians and Gynecologists recomendó no utilizar antiinflamatorios no esteroideos en mujeres con trastornos hipertensivos del embarazo que persistían por más de 24 horas después del parto.
En esa fecha, la Task Force on Hypertension in Pregnancy señaló que los antiinflamatorios no esteroideos contribuían a aumentar la presión arterial en estas mujeres.
«Esos hallazgos nos condujeron a cuestionar la recomendación para no utilizar antiinflamatorios no esteroideos en el puerperio en mujeres con trastornos hipertensivos del embarazo», informan la Dra. Anastasio y sus colaboradores.
«Estudios más extensos, o metanálisis de estudios existentes, pueden esclarecer más los efectos adversos infrecuentes que hasta el momento los estudios individuales no han tenido suficiente potencia para evaluar».
Los autores señalan que si los médicos no tuvieran que evitar antiinflamatorios no esteroideos (la «piedra angular» de la analgesia posparto), ya no tendrían que recurrir a alternativas como paracetamol, opioides, gabapentina o el parche transdérmico de lidocaína.
«Aumentar el uso de analgésicos opioides es muy problemático, en vista de la actual epidemia de trastorno por uso de opioide», explican.
«En consecuencia, es importante evaluar la seguridad de la administración de antiinflamatorios no esteroideos en las mujeres en periodo puerperal con trastornos hipertensivos».
Hallazgos del estudio
Para el presente estudio se recolectaron datos de 276 mujeres con trastornos hipertensivos del embarazo que dieron a luz en el Thomas Jefferson University Hospital entre enero de 2008 y mayo de 2015, revisando los expedientes de pacientes y registros médicos electrónicos.
Los datos fueron analizados tomando en cuenta si se habían administrado o no antiinflamatorios no esteroideos en el periodo posparto. La serie de datos final incluyó 147 mujeres expuestas a antiinflamatorios no esteroideos y 129 que no estuvieron expuestas, equiparadas cronológicamente según fecha de ingreso.
Los investigadores también llevaron a cabo análisis de subgrupos post hoc según método de parto, y en mujeres con y sin hipertensión crónica.
Las cohortes tenían características demográficas y médicas similares, aunque pacientes que no recibieron antiinflamatorios no esteroideos tenían seis veces más probabilidades de presentar nefropatía preexistente que quienes recibieron antiinflamatorios no esteroideos (12% frente a 2%; p < 0,01).
De las mujeres que recibieron antiinflamatorios no esteroideos, 35% estaba tomando fármacos antihipertensivos antes del parto, en comparación con 22% de aquellas que no los recibieron (p = 0,01).
En cuanto al protocolo posquirúrgico estándar en el centro de atención de tercer nivel, las pacientes que se sometieron a operación cesárea fueron manejadas con analgesia opioide intravenosa controlada por la paciente en el día del parto. En el día 1 posoperatorio se les cambió al mismo esquema de analgesia oral ofrecido como una orden establecida para las pacientes en periodo puerperal.
El dolor leve a moderado se controló con el antiinflamatorio no esteroideo ibuprofeno, y el fármaco opioide (oxicodona-paracetamol) se reservó para el dolor intenso.
Las decisiones en torno a dosis y frecuencia fueron tomadas por las pacientes y sus enfermeras.
Además del hallazgo de ninguna diferencia en la presión arterial media entre pacientes que recibieron y no recibieron antiinflamatorios no esteroideos, no hubo diferencias en el cambio en presión sistólica o diastólica, presión sistólica o diastólica máximas, o tasa de inicio o incremento de la dosis de antihipertensivos.
Además de recibir ibuprofeno, oxicodona o hidromorfona, 45% de las pacientes en general recibió fármacos analgésicos complementarios, principalmente paracetamol.
No se observaron diferencias entre las cohortes en alguna de las variables de presión arterial o de uso acumulado de opioide cuando se estratificó a las pacientes según mecanismo de parto, presentación de hipertensión crónica u otros eventos adversos en el periodo posparto. Estos últimos incluyeron insuficiencia renal aguda, necesidad de transfusión sanguínea y reingreso hospitalario por un trastorno hipertensivo en los primeros 30 días después del parto.
Sin embargo, los autores señalan que el estudio no tuvo la potencia para detectar cambios en estos criterios secundarios de valoración.
Los autores han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.