Expediente Político
Alfredo Calva |EBC
En el mes de marzo del 2017, en este espacio se publicó un planteamiento denominado “Y los otros huachicoleros cuando», en el que se hacía referencia a que Pemex solo hacía mención o denunciaba del robo de combustible que realizaban los integrantes de células criminales, siendo omisos e indolentes con el hurto que llevaban a cabo de esos productos, trabajadores y funcionarios de la paraestatal.
La crisis que se presentó en ese entonces en el gobierno de Enrique Peña Nieto, generada por el sustancial incremento del hurto de combustible a través de las tomas clandestinas que realizan a los ductos en los que Pemex transporta sus carburantes, en especial la gasolina, para comercializarlo en su beneficio, fue utilizado por la administración peñista para seguir ocultando e incrementar el robo de combustibles que realizan trabajadores y funcionarios de Pemex.
Señalamos, que el robo de carburantes no es nuevo en este país, durante décadas se ha registrado este hurto y quienes primero lo realizaron, los primeros huachicoleros, fueron los trabajadores y funcionarios de Petróleos Mexicanos.
Durante años los trabajadores, especialmente los que se encuentran en el área de transportación, han armado su gavilla de bandoleros, haciendo del latrocinio de gasolina y diésel una constante de corrupción que representa para quienes la realizan una entrada sustancial de dinero no oficial, siendo lo que comúnmente tipifican las empresas como robo hormiga.
Lo anterior, resultaba una pecata minuta en comparación con el robo que realizan los funcionarios que en cada administración transitan por la dependencia, ellos, sí socavan y en gran medida el patrimonio de la paraestatal sin consecuencia alguna, lo realizaban con descarada libertad y sin rubor alguno, dos constantes que solo se pueden tener con el consentimiento y colusión de los altos directivos, y al igual que en el caso del robo hormiga, la impunidad es el factor que campea sin rubor alguno.
La nociva y corrosiva ambición de los depredadores internos de Pemex llegó a extremos tales, que requirieron maquillar los faltantes de combustibles en los inventarios y por los volúmenes que no pudieron ya ocultar, decidieron culpar de ello a externos para en su oportunidad cargaran con la responsabilidad del saqueo.
Es por ello que aparecieron los responsables absolutos del robo de carburantes a Pemex, los huachicoleros de “a pie”, aquellos que emergieron de la prole y que se juegan la vida para poder realizar la toma clandestina en los ductos conductores de gasolinas para así poder succionar el combustible para almacenarlo y posteriormente salir a comercializarlo, obviamente bajo la tutela de funcionarios de Pemex y de corporaciones policiacas.
Lo anterior, y la política económica implementada en el gobierno de Peña Nieto, que solo logró que el Producto Interno Bruto (PIB) no haya crecido por arriba del 2.1 por ciento, por año, incumpliendo su promesa de crecer entre el cuatro al seis por ciento anual, el robo de combustibles exponencialmente fue a la alza, interna y externamente, lo que llamó la atención del crimen organizado, que vio en ese ramo un campo fértil para diversificar sus canales de capacitación de dinero ilícito, lo que desembocado en en enfrentamientos entre huachicoleros y fuerzas armadas, principalmente castrenses, con resultados funestos para ambos bandos.
El daño patrimonial a Pemex por el robo de combustibles es enorme, de eso no existe duda, solo que este no proviene de los huachicoleros de a pie, los grandes volúmenes se han sustraído de las mismas instalaciones de Pemex, no de sus ductos.
De ello, ha dado cuenta durante años quien ahora ocupa la titularidad del poder ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, quien ha sido un severo crítico de la corrupción imperante y galopante que durante décadas a lacerado el patrimonio de los mexicanos, y es responsable del llenado de alforjas con dinero ilícito de dirigentes sindicales, funcionarios de la paraestatal y del gobierno en turno y de los huachicoleros de a pie.
Lo anterior, lo expuso en días pasados sin tapujo alguno López Obrador, al presentar su plan de combate a ese delito, y quien al parecer, si tiene la voluntad de cumplir la promesa de campaña de limpiar la paraestatal de la corrupción enquistada por décadas y que durante muchos sexenios los titulares del ejecutivo fueron cómplices del saqueo, por comisión u omisión.
Por lo pronto anunció que hay tres ex funcionarios de Pemex detenidos y en prisión preventiva, y 52 instalaciones de la paraestatal intervenidas por federales y fuerzas armadas en todo el país, pero si en verdad AMLO quiere terminar con este cáncer, tiene que ir al fondo, arrasar con los ladrones que están adentro de Pemex, la delincuencia organizada de cuello blanco, incluido a los liderazgos sindicales, y a la par, combatir a los huachicoleros de a pie, pero no vaya utilizar esa figura para simular y hacer creer a los mexicanos que lo están haciendo.
Y mientras tanto….
Hay que reconocer que las expresiones ambivalentes del “Peje» en sus conferencias mañaneras o en actos oficiales, generan estupor, molestia e hilaridad.