Tecnodependencia aleja a los jóvenes de la lectura, alerta experto en el CECUT

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TIJUANA.- La atención y el consumo, que una sociedad tecnodependiente ha desarrollado en torno a los actuales contenidos culturales, fueron motivo de un minucioso análisis durante la conferencia impartida por el analista Carlos Lara G. este martes 27 de agosto en el Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura.
Según planteó el conferencista, en el presente predomina una repetición sistemática de fórmulas probadas en el mercado de consumo cultural que favorecen la difusión vertical de los gustos; “esto le ha quitado a la lectura, por ejemplo, su carácter estimulante y ahora es solamente relajante”, sentenció Lara al explicar que “llamo a esto reprocultura, en la que se favorece lo visual y lo hiperestimulante, entonces el estímulo no procede ya de la apreciación que hace el lector, sino del bombardeo constante de productos” de consumo.
“La convergencia de los gustos es el resultado de una exhaustiva focalización de los deseos”, continuó explicando Lara, “no solo en la industria editorial, sino en las industrias cinematográficas, de las artes escénicas y de la música, donde se favorece el consumo de una parte del contenido; no se lee ni se tiene tiempo para hacerlo, pero se almacenan libros, películas, música, con la ansiedad de conseguir un estatus, no del disfrute completo de esas creaciones, debido a una economía del tiempo limitada”.
Se ha dotado a los humanos actuales de una prótesis, que es el teléfono celular, de acuerdo con Lara, “se trata de los phonosapiens, nuevas generaciones que no están dispuestas a pagar el peaje de la concentración que había que pagar antes en la literatura escrita, si te concentras se desatan las emociones y se genera un aprendizaje, pero en la cultura visual te relajas y todo lo hacen los efectos especiales, y esto tiene consecuencias en el hábito lector”, advirtió Lara, doctor en Derecho de la Cultura por la Universidad Carlos III de Madrid, España.
“Ya no existen tiempos ni atmósferas adecuadas para obtener el deleite de la lectura e incluso se han diseñado nuevos espacios para el aprendizaje”, dijo el autor de “Los anteojos de Baskerville” en clara referencia a las cadenas de cafeterías de impacto internacional, donde todo está diseñado “en función del consumo, lo importante es la conectividad, el café se vende no como bebida sino como moneda social, al igual que el libro en la actualidad, y las personas publican fragmentos de libros sin haberlos leído y en las redes sociales les dan un status o estrella como lectores sin serlo”, sentenció Lara.
“Los bajos índices de lectura en nuestro país no tienen que ver tanto con el precio, pues sigue rigiendo aquello de que libro comprado no es libro leído necesariamente, se trata más bien de la falta de hábito lector, los jóvenes leen más de lo que uno cree y el precio no es el problema”, sostuvo el conferencista.
Comentó que el anuncio que hizo el Fondo de Cultura Económica de no ir a la Feria del Libro de Frankfurt y en lugar del viaje inyectar esos recursos a programas de promoción del libro y de lectura, me pareció acertadísima si se va a fomentar el hábito lector; son medidas que apuntalan una política que impulsa e incentiva a la industria editorial, concluyó el autor del ensayo “Política digital para la cultura”.

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