Por Alfred Pérez MX
El rey Herodes no solo mando asesinar a centenares de niños indefensos, sino que también en su historial criminal había asesinado a su esposa y tres hijos.
Como si se tratará de una nota de ocho columnas en la sección policiaca o la antigua nota roja del periódico impreso, Herodes paso a la historia por los crímenes que cometió aquel 28 de Diciembre, fecha en la que hoy se conmemora la Matanza de los Inocentes en la religión católica.
Con una personalidad llena de maldad que al verse amenazado por la advertencia del nacimiento de otro rey que lo haría perder todo su poder, Herodes solicitó a sus colaboradores más cercanos la ubicación precisa de donde nacería ese futuro rey de los judíos y al no contar con la información precisa, ordenó matar a todos los menores de 2 años de edad nacidos en Belén.
A pesar de que Herodes tenía el control absoluto de lo que sucedía en los pueblos bajo su mandato, debió sentirse avergonzado y frustrado por la falta de precisión de sus asesores y como todo tirano ordenó aquella matanza.
Herodes quien ascendió de procurador a Rey de Judea, atemorizó y acoso siempre a sus rivales, ordenó la muerte de sus adversarios y se adjudicó los bienes y patrimonio de quienes estaban contra su voluntad y tiranía.
Herodes organizó mercenarios para cumplir tareas y fue el autor de los estados policíacos más eficientes de la historia a pesar de caracterizarse por indescriptible forma de torturar a sus víctimas.
Herodes El Grande además de su historial de abusos físicos según narran algunos pasajes, nombraba a los sumos sacerdotes a diestra y siniestra sin temor a ser juzgado o criticado.
Herodes quien también asesinó a su segunda mujer, su padre, abuelo y cuñado, tuvo diez esposas, quince hijos, veinte nietos y cientos de concubinas por lo que esto nos hace pensar que forma tan particular fue su manera de gobernar.
Un hombre obsesivo y paranoico que fue un incansable constructor de ciudades y fortalezas, cuyo pueblo lo odiaba por su servilismo hacia los romanos y su pomposa y aristocrática vida que vivía llena de frivolidades y tradiciones paganas, ese era Herodes El Grande.
Con una personalidad narcisista, ególatra, sin remordimiento de nada, se reunía en su palacio con filósofos, maestros, poetas e historiadores y ambicionaba convertir al pueblo judio en Roma apoyado por una gran parte elitista de la sociedad.
Su perfil inseguro, lleno de paranoia lo hacía sentirse observado y escuchado por las propias paredes del palacio en donde pronto se llenó de sus propias mentiras e intrigas que lo fueron carcomiendo y trastornando severamente hasta llevarlo a la psicosis.
Los relatos en los pasajes religiosos lo ubican como el opresor que causó la muerte de niños menores de dos años al sentirse amenazado de perder su poder y reinado, sin embargo, los historiadores también señalan que su muerte estuvo afectada por enfermedades en sus pies, abdomen y genitales que le engendraban gusanos.
Herodes tenía la habilidad de incrustarse y colarse en los grupos de poder de los Romanos.
Fue un hombre ambicioso, astuto e inteligente logrando obtener los favores de Julio César, Marco Antonio y César Augusto que lo nombra rey de Judea.
El horror que causaba a los judios estaba mezclado por su comportamiento homicida y los dotes intrigantes con que contaba Herodes.
Un hombre calculador, frío y obstinado aprendió la arquitectura de la política y a sus veinte años gobernó Galilea además de crear una red de informantes que le permitió barrer con todos los pillos, delincuentes y de paso la clase aristocrática que obstruía su ascenso al trono.
Herodes con un alto nivel de peligrosidad, cruel y violento recibió apoyo de los romanos quienes pronto le brindaron tropas y el apoyo necesario para consolidarse frente a su pueblo.
Un sujeto psicótico lleno de poder y dinero pronto empezó a construir ciudades acompañado del odio de sus familiares por su largo historial de asesinatos, intrigas y profecías bíblicas que también conocía.
No existe dato preciso que establezca la cantidad de víctimas indefensas que murieron en manos de los soldados de Herodes, algunos señalan que fueron 144 mil niños que ordenó degollar, destripar o despatarrar, la iglesia siria señala que fueron 64 mil y la iglesia ortodoxa 14 mil niños.
Los estudios demográficos del poblado de Belén de ese tiempo señalan un cálculo entre 7 y 20 niños menores de dos años de edad, pero cualquiera que fuese la cantidad sigue siendo una barbarie.
Los historiadores señalan que Herodes murió con lentitud. Tenía sus intestinos llenos de úlceras y padecía de un dolor infernal despachando un olor fétido a través de su aliento y sufría constantes convulsiones. A pesar de ese dolor que sufrió por esas enfermedades crónicas, mandó matar a su primogénito.
Sin duda, Herodes El Grande tuvo un perfil con desorden de personalidad que lo llevó a cometer los crímenes más atroces entre ellos la muerte de niños.