Así detuvieron a ‘El Marro’ en Guanajuato

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washingtonpost.com

CDMX.- A eso de las 4:00 de la madrugada de hoy domingo, “El Marro”, presunto líder del Cártel de Santa Rosa de Lima, recibió la alerta de que un operativo de las fuerzas de élite gubernamentales, tanto federales como estatales, estaba cerca y parecía que iba por él. Se lo reportaron sus “halcones”, los informantes y vigilantes que tiene desplegados en toda la región del estado de Guanajuato, su bastión desde hace años.

Era demasiado tarde: un dron del gobierno estaba sobrevolando el rancho donde se escondía, en el municipio de Juventino Rosas, y detectó que había vehículos en movimiento que preparaban la huida. No era la primera vez que José Antonio Yépez Ortiz, alías “El Marro”, presunto narcotraficante y huachicolero —ladrón de combustibles—, tenía que salir a toda prisa de un lugar para evadir la captura.

En el centro de comando, donde las autoridades monitoreaban el operativo a través de las imágenes suministradas por el dron, se dio aviso a los elementos de élite de la Fiscalía General de Guanajuato y del Ejército mexicano para que apretaran el paso porque el objetivo se estaba dando a la fuga.

Cuando llegaron los comandos del Ejército y la Fiscalía guanajuatense hubo balazos, según me reportan preliminarmente fuentes de primer nivel. “El Marro” y el grupo de escoltas que lo acompañaba se habrían enfrentado brevemente con las autoridades. El operativo, me aseguran, no duró más de 15 minutos. “El Marro” fue detenido.

No fue la única sorpresa. En las caballerizas del rancho, debajo del aserrín, en un habitáculo secreto, las autoridades liberaron a una empresaria oriunda de Apaseo El Alto, avecindada en Querétaro, que estaba secuestrada. Este hallazgo no fue inmediato. Las fuentes consultadas me informan que sucedió quizá una hora después, durante una inspección del inmueble cuando ya estaba asegurado por las fuerzas federales y estatales.

De acuerdo con las fuentes, cuando se diseñó el operativo que terminó con la captura de “El Marro” había sospechas de que podría estar en dos viviendas, según la información de inteligencia que habían recabado, por lo que las autoridades estaban preparadas para entrar a ambos domicilios. Fue el rancho en Juventino Rosas el que terminó dando en el blanco.

Capturar a Yépez Ortiz fue el primer objetivo policiaco que se puso el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cuando llegó el poder, en diciembre de 2018. “El Marro” construyó su imperio robando combustible a la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex): 3,000 millones de dólares anuales en ordeña de ductos. Además, había convertido al estado de Guanajuato, gobernado por el opositor Partido Acción Nacional, en uno de los focos de violencia más críticos de todo el país.

El asunto había generado graves tensiones políticas entre AMLO y el gobernador panista Diego Sinhué, quienes ahora tienen algo que presumir en conjunto: un operativo realizado entre sus dos cuerpos de élite logró detener a uno de los presunto delincuentes no solo más peligrosos, sino quizá uno de los más buscados, junto con el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera “El Mencho”.

Las autoridades ya habían realizado al menos cinco operativos fallidos para capturarlo. En uno de ellos incluso detuvieron a miembros de su familia, pero debieron liberarlos al final.

El combate al huachicol ha sido una bandera central de este gobierno. En su primer mes como presidente, AMLO anunció la puesta en marcha de un operativo sin precedentes para terminar con este delito que desangraba al erario mexicano. Durante semanas, México padeció escasez de gasolina y diésel. Los automovilistas debían esperar horas —incluso días— en filas para poder llegar a las gasolineras de todo el país. Ningún estado la sufrió más que Guanajuato.

El gobierno federal decidió clausurar los ductos que transportan combustible en esa zona para evitar que siguieran siendo ordeñados. Sin embargo, reportes periodísticos señalaron que la escasez no solo se debió a la lucha contra el huachicol, sino a que la nueva administración, con ganas de romper con el pasado, había disminuido las compras de combustible que solían realizarse al extranjero. El presidente presumió que estos operativos significaron una caída de más de 90% en el robo de combustible, pero las cifras de producción y ventas de Pemex no respaldan este dicho. Apuntan a que, en el mejor de los casos, no habría caído más de 30%.

Lo que no puede presumir el presidente es que se hubiera desplomado también la violencia asociada al huachicol. A diferencia de las cifras de barriles de combustible robados, cuyo control tiene enteramente el gobierno, las cifras de víctimas de la violencia no son tan fáciles de esconder. Ojalá la captura del principal huachicolero del país brinde calma a la región del Bajío, a la que pertenece Guanajuato, una de las más dinámicas económicamente del país, que recientemente ha tenido que lidiar con la parálisis económica, la pandemia y el horror de la inseguridad.

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