Malos hábitos y los prejuicios alejan al 77% de los mexicanos de créditos

CDMX.- Beway, la consultora de ciencias del comportamiento con mayor presencia en empresas de todo el mundo, de la mano de BBVA México, llevó a cabo el primer Comportamentón en el país, un evento que abordó los desafíos del acceso al crédito de los mexicanos desde la perspectiva de las ciencias del comportamiento.

En el acto participaron representantes de distintas entidades financieras, así como fintechs, que a través de diferentes dinámicas interactivas trataron de identificar las barreras y los facilitadores en las tendencias de crédito de los usuarios en México. Con ello, se busca impulsar un cambio en el comportamiento que impacte positivamente en la inclusión financiera de un amplio segmento de la población, entre ellos, mujeres y sectores de ingresos variables.

“Es un honor estar en México abriendo camino a las ciencias del comportamiento que cada vez más ayudan a empresas, instituciones y organizaciones a entender mejor cómo esto se transforma en valor real para ellos”, comentó Gonzalo Camiña Ceballos, CEO y Cofundador de Beway quien estuvo en el evento. “Estamos trabajando para posicionar en Latinoamérica este paradigma como una herramienta que mejore el desarrollo de productos y servicios”, agregó.

 

Beway aplica las ciencias del comportamiento para comprender los factores que influyen en los procesos de toma de decisiones y, de esa manera, ayudar a las organizaciones a alcanzar sus objetivos mediante la experimentación. Su enfoque abreva de la psicología para analizar las decisiones económicas que toman las personas, en este caso, los mexicanos.

Primer Comportamentón en México

Entonces, ¿cómo se toman las decisiones financieras en México? De acuerdo con la encuesta nacional de inclusión financiera, 77% de los mexicanos no solicitan créditos formales. Como parte de la presentación inicial de Ana Martínez, VP Client Relations & behavioral Lead de Beway, se abordaron los aspectos culturales que han influido de manera determinante en la forma en la que los distintos sectores de la sociedad mexicana se acercan o no a la banca.

 

Aspectos como las creencias y las normas sociales, las condiciones de ingreso variables en la mayoría de los segmentos productivos, la falta de capacidades financieras en el mercado, así como la desconfianza y el desconocimiento han tenido un impacto en el acceso a servicios bancarios básicos. Alrededor de 60% de los mexicanos que no tiene una cuenta o tarjeta se lo atribuyen a que sus ingresos son variables o insuficientes.

Esto no quiere decir que este porcentaje de la población no tenga la necesidad de acceder a modelos de financiamiento necesarios para impulsar sus metas, por lo que quienes lo hacen, recurren a fuentes no fiables o escasas para cubrir sus primeras necesidades de financiación, o, en el peor de los casos, posponen o desisten por completo de sus iniciativas.

Frente a esta realidad, sólo 32% de la población adulta mexicana accede a créditos formales y parte de las barreras se distribuyen entre el temor a los bancos y el sesgo de imaginabilidad en el uso del crédito, es decir, a la hora de obtener una tarjeta a crédito, la primera opción no es el banco, sino, por ejemplo, las tarjetas departamentales. Los mexicanos con mayor educación e ingresos fijos tienen mayor probabilidad de tener un crédito formal. No obstante, el grupo que no tiene ningún producto financiero consiste en su mayoría de mujeres, que representa cerca del 58% de la población sin acceso a este tipo de servicios.

 

“Las deudas no me dejan dormir”

 

Según un estudio del Centro de Investigación y Docencia Económicas (Cide), los mexicanos asocian el crédito a la generación de miedos infundados sobre la pérdida de su capacidad de decisión, el estrés financiero y la dificultad en el manejo. Por lo tanto, el reconocimiento de estas barreras debería ser el primer paso en el diseño de productos y servicios que se ajusten adecuadamente al contexto determinado por cada mercado, así como a las necesidades y posibilidades de los usuarios que los conforman.

Para conseguirlo, durante el Comportamentón se trabajó con el método de la Behavioral Change Wheel, que ayudó a los asistentes a considerar las barreras y las palancas de capacidad, oportunidad y motivación que afectan a los mexicanos que quieren acceder a un crédito.

 

Los participantes en el evento destacaron la racionalidad limitada, la arquitectura de la elección, los sesgos cognitivos, la discriminación y la mentalidad de rebaño como los principales factores que afectan la decisión de las personas a participar o no en los sistemas de financiamiento formales. Muchos mexicanos y, sobre todo, mexicanas prefieren otros modelos de financiación, entre los que sobresalen acercarse a un familiar, los denominados préstamos informales por goteo y hasta el empeño.

Tras analizar las barreras y las palancas vinculadas a los créditos formales, los asistentes discutieron posibles soluciones al desafío financiero, como, por ejemplo, educar a la ciudadanía para que comprenda los conceptos básicos de la salud financiera, ofrecer recursos auxiliares, como calculadoras de crédito y simuladores, y ofrecer una asistencia específica a las mujeres, que son las más perjudicadas por las dificultades de acceso al crédito.

 

Para Julián Rincón, director de Behavioral Economics de BBVA México, las personas aún perciben barreras a la hora de acceder a un crédito. “La colaboración con Beway demuestra el compromiso que la institución tiene por acercar el conocimiento de la educación financiera a las personas y a través de la economía conductual podemos determinar lo que sucede en el mercado, con la finalidad de comprender y predecir las decisiones de las personas y así mejoren su salud financiera”, resaltó.

La inclusión y la democratización de los servicios financieros es clave para impulsar el crecimiento en México, especialmente de los amplios sectores que necesitan un apoyo inicial para echar a andar sus iniciativas. Por esta razón, BBVA México hace énfasis en fomentar la educación financiera para dar a conocer el potencial de herramientas como el crédito y el ahorro. Está comprobado que estos elementos generan bienestar económico, permitiéndole a las personas elevar su calidad de vida

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