Por Atahualpa Garibay
TIJUANA.- Amaneció y seguíamos bailando y caguameando.
Parecía que era de día en el mítico salón de baile “La Estrella Bar”. En esa época en la calle Sexta de la zona centro nadie dormía. Creo que sigue igual.
A mí no me importaba, era el “rey de la cumbia”. Era de los sobrevivientes del salón, pero sabía bailar de “vueltitas”.
Eran casi las cinco de la madrugada y todos los trabajadores teníamos que laborar en la mañana.
Sin embargo el ritmo de la cumbia y la salsa retumbaba y la edad nos permitía amanecer como si nada.
En la mesa mi amigo y compadre Jorge Ley, contaba chistes. Abraham Salcido, otro periodista reía a carcajadas y le preguntaba ?Chino ya nos vamos?
Mi compadre me volteó a ver y nos reímos. Para nosotros la fiesta apenas comenzaba.
No siempre se tenía una mesa a favor en el salón “La Estrella Bar”, que siempre estaba a reventar.
Retirarse de la mesa era un “suicidio” más si las caguamas estaban bien frías.
Lograr un espacio para bailar era un reto; más difícil era ir al baño donde el aserrín y el olor a orines del baño público era el sello de la casa.
Veinte años después de esa vivencia, supe que “La Estrella Bar” cerró sus puertas. Fue como terminar un libro. Toda la historia amalgamada en ese lugar.
Quienes tuvimos el placer de bailar en “La Estrella Bar” podemos decir que hicimos historia. La historia de Tijuana.
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