¿Basura o tesoro? una alternativa urgente ante el impacto ambiental: CIGAMX

TIJUANA.- Frente al creciente deterioro ambiental causado por la minería tradicional, la minería urbana toma fuerza como una apuesta por la recuperación de materiales reutilizables provenientes de artículos en desuso, como electrodomésticos, baterías o automóviles fuera de circulación.

Más que una alternativa técnica, la minería urbana representa una solución ética y ambientalmente responsable para reducir el impacto de la minería primaria, una actividad que históricamente ha devastado ecosistemas enteros a cambio de unos cuantos gramos de metales valiosos.

“Mucho de la minería primaria ha sido una preocupación por su impacto ambiental. Se hace a tajo abierto, se muelen grandes cantidades de tierra o piedra para recuperar una fracción, incluso pequeña, de mineral. En cambio, la minería urbana nos permite trabajar con materiales ya extraídos de la naturaleza, que pueden ser reutilizados con mayor eficiencia”, explicó el I.B.Q. José Carmelo Zavala Álvarez, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental México A.C. (CIGAMX).

Zavala subrayó que la minería urbana es parte de la economía circular, pues recupera metales, plásticos y componentes electrónicos para fabricar nuevos productos. Pero también advierte sobre los riesgos del manejo irresponsable de residuos que deberían formar parte de esta cadena sostenible.

“Uno de los ejemplos más alarmantes es el de las baterías de plomo y ácido sulfúrico usadas en vehículos, muchas veces se almacenan sin ninguna precaución en talleres, refaccionarias o gasolineras. El reciclador sólo quiere el plomo y el ácido lo tiran al drenaje o a la calle, lo cual es un problema muy serio de contaminación”, señaló el reconocido especialista en temas ambientales.

Este tipo de residuos, catalogados como peligrosos, no sólo dañan el suelo y el agua, sino que también representan un riesgo directo para la salud pública. La mala gestión de vehículos desechados, por ejemplo, incluye la presencia de líquidos como aceites, anticongelantes y lubricantes que suelen terminar en arroyos o drenajes pluviales, contaminando cuerpos de agua con sustancias tóxicas.

Además del peligro ambiental, Zavala hizo énfasis en el valor de muchos de los materiales que se desperdician: desde partes de automóviles que aún pueden reutilizarse, hasta plásticos multicapa de las defensas y componentes electrónicos.

“Las placas de circuitos, los cables, los metales que contienen estos aparatos, pueden ser reciclados. Pero cuando se mezclan con la basura común o líquidos, generan lixiviados que contaminan acuíferos”, advirtió Zavala Álvarez, egresado del Programa LEAD, por El Colegio de México.

La minería urbana, bien gestionada, no solo disminuye la presión sobre los recursos naturales, sino que también reduce significativamente las emisiones contaminantes. A diferencia de la minería primaria, que remueve ecosistemas enteros en busca de minerales, la urbana trabaja con materiales de alta pureza ya existentes y en desuso, lo que representa una ventaja tanto ambiental como económica.

“La clave está en hacerlo de manera consciente, informada y responsable. Se trata de aprovechar mejor lo que ya fue extraído de la naturaleza, evitar más daño ambiental y generar valor con lo que muchos consideran basura”, concluyó Zavala.

Hoy más que nunca, repensar nuestra relación con los residuos es una tarea urgente. La minería urbana no solo debe ser entendida como una tecnología, sino como una estrategia integral de sustentabilidad que permite cerrar el ciclo de los materiales y construir un futuro más limpio, justo y ecológico.

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