LeerEntreLíneas
LA GUERRA PRESIDENCIAL (II)
Por Francisco Ruiz
Quién diría que, a diferencia del general Porfirio Díaz, quien modificó la Constitución Política de 1857 para permitir la reelección no inmediata durante la Presidencia de su compadre Manuel “El Manco” González y amplió el periodo de gobierno de cuatro a seis años en 1904, Plutarco Elías Calles lograría lo mismo en 1927, con una Constitución de apenas diez años de antigüedad y en un solo movimiento. Así, Calles logró convencer al expresidente Álvaro Obregón para que participara nuevamente como candidato presidencial en la última elección de la década de 1920.
Obregón dejó su “exilió” en su natal Sonora para competir con Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez por la Presidencia de la República en 1928. Tras el asesinato de ambos, el sonorense ganaría la elección y, ya siendo presidente electo, sería asesinado a quemarropa en el restaurante (hoy parque) “La Bombilla”. Con la muerte de Álvaro Obregón y Elías Calles controlando al Congreso, se seleccionó a un presidente sustituto, el tamaulipeco Emilio Portes Gil. Luego, vino uno electo, Pascual Ortiz Rubio, originario de Michoacán; otro interino, Abelardo L. Rodríguez, de Sonora, y, finalmente, un presidente electo más, el michoacano Lázaro Cárdenas del Río. Sería este último quien obligaría a Plutarco a abandonar el país, y daría paso a una nueva etapa del sistema político instaurado por el Jefe Máximo.
Cárdenas, en la práctica, fue el primer presidente que gobernó durante seis años. El penúltimo militar, antes de Manuel Ávila Camacho, nacido en Puebla, el reformador que daría su identidad definitiva al partido tricolor. Con Miguel Alemán Valdés comenzaría el periodo de los gobernantes civiles. Le sucederían su paisano veracruzano Adolfo Ruiz Cortines, el mexiquense Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, de Puebla; los entrañables amigos capitalinos Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo; el colimense Miguel de la Madrid Hurtado; Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, también oriundos de la Ciudad de México, en lo que se conoce como el gobierno de las instituciones, derivado de la creación de organismos públicos que atendieran las demandas sociales que fueron surgiendo acorde a la realidad de cada momento.
La transición democrática estuvo en manos del siempre polémico Vicente Fox Quesada, quien al acercarse el fin de su mandato intentó imponer a su candidato y no lo logró. Sería el michoacano Felipe Calderón Hinojosa quien viviría en Los Pinos después del guanajuatense. El partido político más antiguo de nuestro país retomaría el poder con Enrique Peña Nieto, quien entregó la banda presidencial al actual jefe del Ejecutivo federal, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.
Todo parece indicar que, para las votaciones de 2024, tendremos dos candidatas respaldadas por tres partidos políticos cada una, un candidato del partido naranja y, posiblemente, un candidato independiente. No hace mucho escuché a un experto decir que el acceso al poder solo se da a través de tres medios: el divino, el popular y el violento. El primero para las monarquías, el segundo para las democracias, mientras que el tercero ocurre en las dictaduras.
Y aunque pareciera que el tiempo de la guerra quedó atrás, la realidad es que, si bien los presidentes militares dejaron el poder hace apenas 77 años, no se puede ignorar que la lucha entre diferentes bandos siempre deja graves afectaciones de por medio, particularmente para los ciudadanos. El proceso electoral actual no es la excepción; por ello, habrá que estar muy pendientes para que lo negativo de la historia, no se repita.
Post scriptum: “A veces una batalla lo decide todo, y a veces la cosa más insignificante decide la suerte de una batalla”, Napoleón I (Bonaparte).
* El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
CONTACTO:
W: (55) 3932 2213
Los comentarios están cerrados.