El éxodo de la violencia en centroamérica a la criminalización en Estados Unidos

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Antonio Heras

Mexicali

Son historias de familias enteras que coinciden en la espiral de violencia en centroamerica, las amenazas de muerte de pandillas, la pobreza a pesar del trabajo arduo y el sueño de vivir en paz, en tranquilidad.

El éxodo a la frontera noroeste de México de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos a lo largo de 30 días es por la búsqueda de asilo político en Estados Unidos donde el gobierno de Donald Trump reforzó su postura de criminalización de la migración y acusó de «traficantes» a las organizaciones civiles que organizan el Viacrucis del Migrante en Lucha.

Esta caravana es coordinada por Christan Call, un activista estadunidense de Tenesse que trabaja desde 2004 con migrantes guatemaltecos y que participó en los dos viacrucis de 2017.

Señaló que esta vez no tuvieron percances con las autoridades ni delincuentes y dijo confiar en que el gobierno de Estados Unidos y la Guardia Nacional va a cumplir con tratados internacionales en materia de asilo.

Call, con historial de trabajo de misionero mormón, informó que una caravana de activistas estadunidenses salieron el domingo de Los Ángeles, California, para coincidir el próximo sábado con el Viacrucis del Migrante en la frontera de Tijuana.

En autobús llegó a la frontera de Baja California el segundo contingente del Viacrucis del Migrante en Lucha con 120 personas, la mayoria de origen hondureño, que descansaron dos horas en Mexicali para dirigirse a Tijuana. También viajaron salvadoreños, guatemaltecos, beliceños y nicaragüenses.

Hace una semana, el primer grupo de 40 personas, entre ellas 20 niños y 15 mujeres, se instaló en el albergue Juventud 2000 de la Zona Norte de Tijuana donde realizan sus trámites ante agentes estadunidenses en la garita de San Ysidro, California.

Carlos Antonio Aguilera Serna, originario Choruteca al sur de Honduras, comerciante de maní con dulce y salado, viaja con sus cuatro hijos menores de edad y su esposa.

Asegura que su migración es por la violencia de los maras y el golpe de estado en su pais porque la situación es dificil, «te asaltan y nadie te ayuda ni siquiera te prestan para volver a empezar. Los maras te amenazan y quitan dinero. También jalan a tus hijos a los 12 o 13 años y ya nadie puede salir».

Aguilera comenta que salió en febrero de Honduras y llegó a Tapachula, Chiapas, el 17 de marzo. Junto con mil 500 migrantes se dirigió a la frontera norte el 25 de marzo.

Envuelto en la bandera de su pais asegura que el éxodo lo hizo por sus hijos, por la educación de sus hijos que tendrán en Estados Unidos.

Los dos autobuses arribaron a las 11 horas de este martes frente al Hotel del Migrante del centro histórico de Mexicali. Allí fueron atentidos los 120 migrantes que incluyen a dos embarazadas, tres adultos mayores y 30 menores de edad.

Elim Orellana, una comerciante salvadoreña de 29 años de edad y cinco meses de embarazo, huye de su pais por la violencia y las amenazas de muerte de las pandillas que le cobran piso por sus ventas. La última cantidad que le quitaron es de 2 mil dólares

La Jurisdicción Sanitaria de la Secretaría de Salud detectó nueve casos sospechosos de tuberculosis entre adultos, a los cuales se les dará seguimiento en Tijuana.

El director de Migración del gobierno estatal, Gustavo Magallanes, dijo que a los grupos de migrantes centroamericanos se les dotó de alimentos, atención médica y medicamentos, además de canalizarlos a albergues de Mexicali y Tijuana.

Dio a conocer que se espera la llegada a partor de este miércoles de otros 300 migrantes que se trasladan en autobuses y en el tren desde Sonora.

Magallanes compartió que un grupo de 200 centroameticanos harán el trámite de asilo politico en la representación estadunidense en Sonora.

Antes de cruzar el Río Colorado, se tenia un censo de 615 migrantes, entre ellos dos embarazadas, 96 menores de 15 años incluidos seis bebés y tres adultos mayores.

En las calles de Mexicali, los niños migrantes juegan con lo que encuentran a su alcance, desde botellas de plástico y muñecos, comen dulces y conversan entre sí.

Sus padres muestran huellas de cansancio y la tensión por viajar más de 4 mil kilómetros hasta esta frontera donde confrontarán sus proyectos de vida en un pais que criminaliza la migración y discrimina a los migrantes.

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