Antonio Heras
MEXICALI.- Desde que ssñió de Honduras, sus cartas ya estaban echadas: cruzar a Estados Unidos para reunirse con su familia solo con la bendición de Dios.
Allende la frontera, lo esperan sus mujeres, la razón de su vida en que se han convertido sus dos hijas y su mujer. Ellas se encuentran en Miami, Florida, son asiladas del gobierno estadunidense e integraron la primer Caravana del Migrante que organizó Pueblos Sin Fronteras en 2018.
Estadísticas sobre migración del gobierno de Estados Unidos señalan que, en promedio anual, solo se otorga este beneficio legal a ocho de cada 100 peticionarios.
El hondureño que viaja con otros siete de sus paisanos decidió evitar a las auroridades migratorias estadunidenses en un trámite burocrático que durará años y acaso lo regresen a Tijuana para esperar el veredicto judicial.
Determinó cruzar de forma ilegal para adentrarse a California y de ahí buscar su traslado por Arizona, Nuevo México, Texas y Florida; nuevo periplo por mas de 3 mil kilómetros.
El frío que se registra en la región lo ha detenido para definir por cuál zona brincará el muro de metal que lo divide de sus mujeres. Son pocas las opciones y muchas la diferencia económica: el desierto en Mexicali, las montañas de Tecate o, de manera directa, por los puertos fronterizos ante la connivencia entre polleros y agentes afuanales.
Es uno de los 300 migrantes centroamericanos que están varados en la capital de Baja California, quienes se encuentran en el albergue Alfa y Omega del centro de Mexicali.
Entre martes y jueves arribaron 176 hombres y mujeres a Mexicali, la mayoría hondureños, quienes cuentan con documentos de tránsito por nuestro país expedidas en la delegación del Instituto Nacional de Migración en Chiapas. A ellos se suman los centroamericanos que decidieron quedarse en esta ciudad, desde diciembre de 2018, ante el clima racista de un sector de la población de Playas de Tijuana y de la administración Trump.
El grupo donde ha viajado Jesús señaló que fueron asaltados por policías «malos» mexicanos y por grupos del crimen organizado en el tren de carga La Bestia. Reconoce que se alimentaron durante la travesía por la solidaridad de familias y organizaciones de la sociedad civil.
Hablo a diario con mi mujer y mis hijas que tienen tres y cinco años de edad, me dicen que están bien y que me extrañan. Yo también. Por eso me reuniré con ellas con la bendición de Dios, asegura Jesús mientras su mirada se extravía por el horizonte que marca el muro metálico de diez metros y el cielo ennegrecido de California donde la nieve no cesa.