Por Alfredo Pérez MX
En los últimos años a través de las redes sociales, los elogios, las alabanzas y solidaridad pública con un hecho delictuoso o declarado como criminal por parte de las autoridades, va en aumento y con un alto grado de tolerancia por algunos sectores de la sociedad.
Esta sociedad que a través de los medios electrónicos ha diversificado su comportamiento colectivo en lo que parece tomar mayor terreno sobre apología del delito.
Jóvenes, mujeres y hombres que integran un sector de la sociedad influenciados por las redes sociales o programas televisivos, envalentonados al calor de las copas y con el acompañamiento de un poco de música que hace alusión a conductas delictivas, incurren y protagonizan las más violentas trifulcas en antros de la ciudad y de todo el país.
Vaya, bastaría con solo recorrer los pasillos de algunas escuelas primarias o secundarias donde ni siquiera los profesores se toman el tiempo de escuchar la letra de dichas melodías que invitan al consumo de alcohol y drogas, canciones que se les permiten a las alumna y alumnos de primaria escuchar hasta en festivales infantiles.
No satanizamos el género de la música mucho menos su estigma, por el contrario es parte de un análisis donde es posible aventurarnos que influye en el comportamiento de nuestros adolescentes que hoy crecen trasladándose en un transporte público donde y el operador nos deleita con tan peculiar género y letra que incita a matar y robar.
Ya no es exclusivo de solo un sector de la sociedad, colonias populares, fraccionamientos refinados, residencias y privadas muy exclusivas abordan es gusto musical que pareciera que cada día debemos acostumbrarnos escucharlo con volumen alto cantando e idolatrando pistoleros y mafiosos.
Muy oportuno es precisar que en esta cultura del delito, no solo es la música la que influye y hace apología del delito sino que a través de series televisivas, telenovelas o videoclips que invaden las cadenas televisoras y medios electronicos promueven la violencia de género, el feminicidio, la violencia y delincuencia.
En este contexto, adaptarse a esta cultura que forma parte de una tribu urbana, pone en riesgo el entorno y crecimiento de las nuevas generaciones que dicho está de paso señalarlo, muchas carecen de un blindaje conformado por principios y valores que deben inyectarse desde el interior de la familia.
La aceptación del discurso en defensa o alabanza de persona o hecho delictivo refleja un claro ejemplo del nivel de descomposición social que vive nuestra sociedad y peor aun, debemos aplaudir o tolerar los actos más violentos en los que se ven involucrados las y los jóvenes.
La compilación de todos estos indicios representa un importante reto no solo para la autoridad que desea regular la participación de grupos, videos y mensajes alusivos a las conductas delictivas sino que también debe ser material de estudio para los académicos de la conducta humana y para la sociedad en sí, echarnos un clavado para observar que estamos produciendo como sociedad pues la violencia y delincuencia no viene de otro planeta.
El maestro Alfredo Pérez es académico y catedrático universitario,
conferencista y asesor en temas de seguridad y justicia.
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Twitter @AlfredoPerezMX
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