José María Ramos García, El Colegio de la Frontera Norte
Uno de los estratos sociales más afectados con el COVID-19 es la población de origen latino en Estados Unidos y en particular los migrantes irregulares en Nueva York. A manera de contexto, al 12 abril los Estados Unidos suma 21 mil 1994 muertes confirmadas, superando a Italia (19, 8994). El total nacional de contagios es de 554, 226. En cambio Nueva York tiene 103,208 casos de contagio con 6,898 fallecidos, de los cuales 2,345 fallecidos serían hispanos, sobresaliendo centroamericanos y mexicanos. Por ello, el estado de Nueva York, es el epicentro de la pandemia en Estados Unidos y a nivel mundial.
El número de fallecidos de origen latino seria acorde a la información del Departamento de Salud de Nueva York, que considera que el 34 por ciento de los fallecidos por COVID-19 en la ciudad son latinos. En el ámbito estatal, sería el 14 por ciento de la población de dicha población. Según información de Secretaría de Relaciones Exteriores serían 181 los latinos fallecidos, de los cuales 149 son mexicanos que vivían en el estado de Nueva York. La estimación de fallecidos podría ser más alta, considerando las limitaciones en la sistematización de información de los consulados y del estado de Nueva York.
A nivel estatal Nueva York superó los 2.753 fallecidos en los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Otro dato de la magnitud del problema es que en tan solo en 24 horas, fallecieron 783 personas en Nueva York. Acorde con el recuento del (CSSE) de la Universidad Johns Hopkins.
Entre las causas determinantes de los fallecimientos de la comunidad latina en Nueva York están las actividades de servicios, entre los cuales están la limpieza de hospitales y otras actividades donde se exponen al contacto con personas durante el confinamiento. Los migrantes no pueden estar en resguardo, no va acorde con sus necesidades de subsistencia. Aunado a enfermedades crónicas que constituyen factores de riesgo. Además, las condiciones de desigualdad social y su situación irregular de los migrantes en Nueva York, complican las aisladas acciones preventivas y sanitarias hacia esta población.
Estas limitaciones de la gestión y la política tanto estatal y local de Nueva York han impactado que la población de origen latino sea una de las más afectadas por riesgos de contagio y de fallecimiento. La situación no disminuirá en el corto plazo, si el modelo de gestión sanitario no es suficientemente estratégico, sino reactivo y poco inclusivo. Aquí está el origen del problema en Nueva York, además, se actuó de manera tardía, aunado a las diferencias que mantienen el alcalde De Blasio y el gobernador Cuomo. Una condición estructural es la alta densidad de población del estado, lo que favorece las posibilidades de contagio y dificulta respetar las normas de distanciamiento social.
Si se compara la gestión y la política pública hacia el COVID -19 en el caso del estado de California y la ciudad de Los Ángeles las diferencias son notorias con respecto a Nueva York. No obstante, la mayor diferencia de población en Nueva York (8 622 186 personas y 19.45 millones área metropolitana) con respecto al estado de California (cerca de 40 millones) y Los Ángeles (4 085 014 personas y 10 millones en el área metropolitana). Se considera a Los Angeles, CA como la mayor metrópoli de la nación, ha registrado al 12 de abril 8,894 casos de contagio y 269 fallecimientos, cifras lejanas a las de la ciudad de Nueva York, con 103, 208 contagios y más de 6,898 fallecimientos.
En el caso de California, el modelo de gestión y de política pública hacia el COVID-19 inició de manera oportuna y con una eficaz política transversal y marketing público de los riesgos de la pandemia. Por ejemplo, el gobernador, Gavin Newsom, fue uno de los primeros del país en decretar un confinamiento relativamente estricto, con actividades «esenciales» como ir al supermercado y a la farmacia, y ejercitarse con distancias de seguridad entre personas. El gobernador Newsom también emitió órdenes de ‘seguridad en el hogar’ y ‘refugio’ y el cierre de las principales universidades. El gobernador decretó el cierre de escuelas, que permanecerán clausuradas hasta el próximo curso.
Una diferencia central es la baja densidad de población del estado de California en comparación a Nueva York, lo que reduce las posibilidades de contagio y permite respetar mejor las normas de distanciamiento social. Igualmente varias de estas políticas beneficiaron a la población de origen mexicano tanto regular como irregular. En particular destaca el papel del alcalde de Los Angeles Eric Garcetti con una política inclusiva, multicultural y preventiva, al igual que promovió una eficaz coordinación con el gobernador Newsom.
En el caso de San Diego, CA. el alcalde Kevin Faulconer declaró el estado de emergencia por el COVID-19 que se considera alcanzó el estado de «propagación comunitaria» en el condado. Este condado tiene al 12 de abril 1,761 casos de contagio y 45 fallecidos. La Agencia de Salud y Servicios Humanos del Condado (HHSA), ha promovido una eficaz política preventiva y de detección. Un papel fundamental lo tienen los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los EE. UU. (CDC) operan estaciones de cuarentena en El Paso y en San Diego, al igual que los cruces fronterizos terrestres entre los Estados Unidos y México. Estos Centros podrían tener un papel importante en el marco de la Iniciativa conjunta de México y Estados Unidos para combatir la pandemia de COVID-19, en particular en la aplicación de un protocolo sanitario mínimo en el cruce fronterizo de autos procedente de Estados Unidos hacia las ciudades fronterizas mexicanas.
En el caso de San Diego, es destacar la propuesta del pasado 9 de abril de algunos alcaldes (Chula Vista, National City, Imperial Beach y Escondido) entre otros, de solicitar al gobernador Newsome un fondo de ayuda de desastre orientado hacia los migrantes irregulares. La finalidad del fondo es apoyarlos en el contexto del COVID-19 y bajo el argumento de los aportes económicos y de pago impuestos de tal población para el estado de California.
Como se puede apreciar, la capacidad y visión en la gestión del COVID-19 en el estado de California ha sido más estratégica e inclusiva que la de Nueva York. Su modelo ha sido integral, con dirección, estrategias y coordinación para asignar recursos, recopilar información estratégica, monitoreo y evaluaciones permanentes con el fin de combatir la pandemia. Este modelo de gestión del COVID-9 debería ser adaptado en México, y en particular en los estados fronterizos del norte. Una excepción es el modelo de Nuevo León.
Estas razones explican las enormes diferencias de los casos de contagio y de fallecimientos entre Los Ángeles y Nueva York. En consecuencia, la población de origen mexicano y los migrantes irregulares están menos expuestos en Los Angeles y en general en el estado de California que en Nueva York. Desde esa perspectiva, el regreso de nuestros “paisanos” de Estados Unidos a México en este periodo vacacional – del 17 marzo al 17 de abril – tendría menos riesgos, si continúan con sus protocolos individuales en sus trayectos y estancia en México.
Sin embargo, el problema central es la ausencia de protocolos sanitarios en los cruces fronterizos de California con México, los cuales no fueron considerados en la Iniciativa conjunta de México y Estados Unidos para combatir la pandemia de COVID-19. Sobre todo considerando que el año pasado cruzaron 656 mil “paisanos” en el lapso del 29 de marzo al 29 de abril a través de la frontera México- Estados Unidos. Según el Instituto Nacional de Migración cruzaron hacia México un 10 % de esa población en el lapso del 17 de marzo a la fecha.
Una disminución sustancial del número de “paisanos” hacia México en esta temporada vacacional, sería muy negativo para las economías locales y familiares más marginadas mexicanas. De ahí la importancia de fortalecer los protocolos sanitarios en México a través de esas buenas prácticas sanitarias en California y Los Ángeles y San Diego. En un marco en que se avecina la temporada de alto riesgo de contagio en México en las próximas tres semanas.