La reconquista mexicana : en el embarcadero de San Diego
Comerciantes de artesanías y comida mexicana hacen el día a los visitantes
Por Atahualpa Garibay
SAN DIEGO, CA.- La venta de artesanías, antojitos fronterizos y “souvernis” mexicanos, han conquistado el corazón de San Diego, California.
Sí, así como lo lee. La “ciudad más fina de América” como se le conoce a San Diego, luce llena de puestos de productos mexicanos… y atendidos por mexicanos.
Al terminar el andador turístico de la famosa avenida “Gaslamp Quarter” y “Sea Port Village”, comienza el embarcadero.
Los pequeños y medianos barcos particulares, los veleros, las lanchas rápidas de paseo turístico y los gigantes de acero, portaaviones de la US Navy, son el plus de la vista en la bahía.
Metros adelante, comienza la fiesta mexicana. Puestos de artesanías mexicanas pulseras, collares, aretes de chaquira estilo huichol y chiapaneco, atrapa sueños, entre otras se encuentran a la venta.
Los mexicanos que atienden los puestos tienen anuncios sobre los precios “5 dólares”, es el precio menor de una pulserita con imágenes religiosas.
En tanto, los norteamericanos que acostumbran correr o patinar con sus hijos, se mezclan con los turistas extranjeros que asombrados por los productos mexicanos se detienen puesto tras puesto.
Son las 5:20 de la tarde del viernes, el sol brilla y pega fuerte. Los turistas utilizan short, sandalias y playeras, típicas del verano californiano.
En el andador aparece una familia mexicoamericana. Es papá, mamá y dos hijas. Presumen sus playeras azul marino con el logotipo de la US Navy. “Soy padre de un marine”, “Soy madre de un marine”.
Junto a ellos camina su hijo, vestido con su uniforme típico de la Marina norteamericana y el clásico kepi. Camina recto, con la mirada en alto y presume su color de miel.
Ya se avizora desde esa parte el portaaviones que funge como museo y la estatua del marino y enfermera besándose emulando una escena de la segunda guerra mundial cuando la flota norteamericana fue enviada a pelar al Pacifico. La escena retrocede cuando las mujeres estadounidenses recibían en el puerto de San Diego a sus marinos.
Entre los caminantes se escuchan las bocinas de música de rap mexicano. La música proviene de los “bici taxis” operados por “hommies” mexicanos.
“Van a querer raite”, pregunta uno de ellos enfundado en sus shorts negros, playera y gorra del mismo color, y sus tenis Nike” retro.
Llevan a familias de un punto a otro del embarcadero.
Los puestos de hots dogs fronterizos, elotes, chicharrones con salsa valentina, churros, paletas de hielo y tacos de asada hacen delirar el paladar de los turistas.
Pareciera que se trata de una placita o un mercado mexicano. No, se trata del corazón de San Diego, una de las tres ciudades más visitas de la Unión Americana.
Frente a los puestos se encuentra la construcción de un complejo de torres de departamentos, centro comercial y restaurantes, que inició hace casi cuatro años y que presenta un avance notable.
Se trata de una inversión billonaria que, se cree, hará detonar –aún más—la economía sandieguina.
Irónicamente entre los puestos de los comerciantes se ofertan “souvenirs” (sudaderas, playeras, pulseras, llaveros) con los íconos de San Diego o California. Están a la mitad de precio de lo que cuestan en una tienda formal sandieguina. Se venden como “pan caliente” entre las turistas.
La manufactura de los productos es mexicana. La actividad comercial en embarcadero de estas familias, que inició después del levantamiento de las restricciones con motivo de la pandemia, representan la reconquista cultural mexicana de esta ciudad que alguna vez perteneció a territorio mexicano.
Los comentarios están cerrados.